El sacerdote que torea: Víctor Carrasco, un 'cura torero' que no puede resistir la llamada del ruedo
En un mundo donde la fe y la pasión pueden parecer conceptos contradictorios, existe un hombre que ha encontrado la forma de combinar ambas en una vida llena de adrenalina y drama. Se trata de Víctor Carrasco, un sacerdote que ha decidido seguir su vocación como torero, convirtiéndose en un auténtico 'cura torero'. A pesar de las críticas y las dudas que rodean su doble vida, Carrasco no puede resistir la llamada del ruedo, donde encuentra una sensación de liberación y plena realización.
Un sacerdote con gusanillo: Víctor Carrasco combina fe y toreo
El sacerdote Víctor Carrasco, originario de Herrera del Duque, en Badajoz, es un hombre con una doble pasión: la religión y el toreo. Desde muy joven, supo que no iba a renunciar a su vocación religiosa, pero también a su amor por el mundo taurino.
Un cura con una misión doble: oficiar homilías en tres localidades y torear en las plazas de toros. El párroco no duda en saltar a la plaza, con su sotana y un capote, para enfrentar a los animales y recibir grandes ovaciones.
La unión de la fe y la tauromaquia
En una entrevista con Mañaneros, el padre Víctor destacó que siempre intenta buscar un hueco para dedicarse a su otra gran pasión: Cuando puedo, me escapo a los pueblos de alrededor para torear.
Asimismo, Víctor Carrasco ha comentado cómo se puede disfrutar de él en las plazas de toros: Ahora que empiezan los festejos taurinos en los pueblos de por aquí, como sueltan vaquillas para toda la gente, aprovecho y me quito el gusanillo.
La afición por la tauromaquia
El sacerdote explicó cómo surgió su afición por la tauromaquia: Desde pequeño he querido ser cura y, junto con mi familia, que también es muy taurina, la afición por los toros la he mamado desde pequeño. Cuando uno se va haciendo más mayor, con los amigos he recorrido los pueblos de la zona y con un capote intentaba saltar.
La historia del sacerdote Víctor Carrasco es un ejemplo de cómo se pueden combinar la fe y la pasión por el toreo, demostrando que es posible vivir una vida entre la religión y el mundo taurino.
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