Descubre la clara distinción entre el poderoso alivio de la autocompasión y el estancamiento emocional del victimismo

Descubre la clara distinción entre el poderoso alivio de la autocompasión y el estancamiento emocional del victimismo

En el camino hacia la autocreación y el crecimiento personal, es fundamental comprender la diferencia entre la autocompasión, una herramienta emocional que nos permite aliviar el dolor y la frustración, y el victimismo, un patrón de pensamiento y comportamiento que nos mantiene atascados en el estancamiento emocional. A menudo, se confunden estas dos conceptos, lo que puede llevar a confusión y desorientación. Sin embargo, es esencial distinguir entre ellos para desbloquear nuestro potencial y alcanzar la verdadera libertad emocional. En este artículo, exploraremos las características clave de la autocompasión y el victimismo, y cómo podemos utilizar la primera para superar obstáculos y alcanzar la felicidad.

Descubre la diferencia entre la autocompasión y el victimismo: ¿qué es lo que te hace vulnerable?

El victimismo no es lo mismo que la autocompasión. La autocompasión es el proceso psicológico por el cual somos capaces de contemplar nuestro dolor y emocionarnos, conmovernos por vernos pasándolo mal y desde ahí, tratarnos de una forma benevolente, empática y amorosa. En cambio, el victimismo es una actitud negativa ante el dolor o el fracaso.

La autocompasión es el antídoto para el sufrimiento: aprende a cuidarte a ti mismo

Según el psicólogo sanitario Jose Juan Muro Ortiz, la autocompasión es el proceso psicológico en el que somos capaces de contemplar nuestro dolor y emocionarnos, conmovernos por vernos pasándolo mal. Sin embargo, cuando fallamos, tendemos a caer en procesos autocríticos en los que nos machacamos por hacerlo mal.

Hablarnos mal a nosotros mismos es algo demasiado habitual, y totalmente contrario a la autocompasión. Estas actitudes se ponen en marcha como un mecanismo defensivo, para intentar hacernos espabilar, pero en el fondo, son más dañinas, porque aparte del malestar que estamos experimentando, añadimos el dolor extra del automachaque y la culpabilidad que nos estamos provocando.

¿Eres víctima o autocompasivo? Conoce las diferencias y toma el control de tu vida

La autocompasión nos hace más resistentes a la decepción. Según el psicólogo Ventura del Charco, la autocompasión es una de las bases del amor propio real, los cimientos en los que se constituye la autoestima y la seguridad y confianza en uno mismo. Sin embargo, es un proceso que puede malinterpretarse si se enfoca de una manera incorrecta.

El victimismo nos hace instalarnos en una actitud lastimera que hay que desterrar, poniendo límites y asumiendo nuestra responsabilidad. Debemos permitirnos sentir nuestra propia debilidad y tristeza, mirarnos de forma tierna, lo cual no significa que debamos instalarnos en ello.

De la tristeza a la transformación: cómo la autocompasión puede cambiar tu perspectiva

La autocompasión también tiene una faceta más ruda de indignación por aquello que nos hace daño, movilización para hacernos cargo de lo que nos está ocurriendo y hacer lo que toca para protegernos: poner límites, tomar decisiones, esforzarnos y pelear.

Según la psicóloga Lara Ferreiro, una persona autocompasiva reconoce que tiene dificultades, pero también es consciente de su responsabilidad y capacidad para superarlas. Por otro lado, el victimista mantiene una actitud pasiva y echa la culpa a los demás o a la vida.

La autocompasión lleva a una actitud más positiva, y busca maneras de sanar y mejorar. Por su parte, el victimismo crea sensación de desesperanza e impotencia y puede llevar a la depresión o a la ansiedad.

La importancia de la educación para evitar el victimismo es clave. Según la psicóloga Belén del Río, el desarrollo de estrategias de afrontamiento y de autorregulación empieza en la infancia, por lo que debemos procurar fomentar actitudes autocompasivas y no victimistas en los más pequeños.

Es fundamental enseñar a los niños a tener una actitud productiva ante las dificultades de la vida. Los adultos somos ejemplo para niños y adolescentes, ellos captan nuestra forma de percibir y responder ante las situaciones que se dan en nuestro día a día.