Comprar una casa en régimen de separación de bienes: guía práctica para evitar problemas y confusión en el divorcio
A efectos legales, el matrimonio se considera una sociedad patrimonial de dos individuos, la cual puede tener distintas configuraciones. Cuando dos personas deciden casarse en España, es decir, cuando formalizan su unión en una sociedad de gananciales, los bienes que son adquiridos después del matrimonio se entienden como comunes, lo que hará que sean propiedad de ambos, con los inconvenientes que ello puede suponer de cara a un posible divorcio futuro.
Es por ello por lo que son muchos los que deciden optar por firmar las capitulaciones matrimoniales, que sirven para que quede constancia de que el patrimonio que cada uno de los cónyuges tuviese de manera previa al enlace matrimonial, sigue siendo suya, para que, una vez que se han convertido en matrimonio, puedan seguir adquiriendo bienes a nombre de ambos.
La compra de una vivienda con separación de bienes
En lo que respecta a la compra de una vivienda con separación de bienes, se puede entender que uno de los cónyuges lo adquiere como un bien privativo, sin que el otro cónyuge pueda hacer nada al respecto. Sin embargo, si se trata de la vivienda habitual, deberá tener el permiso del otro cónyuge para proceder a su venta.
Ventajas y desventajas de comprar una casa en régimen de separación de bienes
Comprar una casa en separación de bienes lleva asociadas tanto ventajas como desventajas. Entre las primeras nos encontramos con el hecho de que supone conservar el patrimonio personal, de manera que todos aquellos bienes adquiridos antes y después del matrimonio pertenecen a cada uno, que tendrá disposición libre del patrimonio, al igual que será quién tenga que responder ante las deudas contraídas.
De esta manera, si el otro cónyuge se endeuda, responderá con su patrimonio personal y no con el de ambos. Así pues, entre sus principales ventajas se encuentra la posibilidad de preservar el patrimonio personal y una mayor protección del patrimonio familiar, además de poder agilizar de forma notable los trámites en el caso de que se produzca un divorcio.
En lo que respecta a sus desventajas, nos encontramos principalmente con dos. La primera es que es un régimen menos solidario, si bien, en caso de divorcio en un matrimonio en el que uno de los cónyuges se dedique a tareas del hogar, este podría recibir una compensación a pesar de que el régimen sea de separación de bienes.
Por otro lado, se encuentra el hecho de que no se necesita autorización del otro para administrar el patrimonio, salvo que se trate de la vivienda habitual que, como ya hemos mencionado, sí que se necesitará autorización del otro cónyuge para poder proceder a su venta. Este hecho también es una gran desventaja, pues puede derivar en discrepancias en la pareja.
De igual modo, se recomienda dejar un testamento para que el viudo o viuda, llegado el caso, pueda administrar los bienes en caso de fallecimiento.
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