- Grupos de apoyo: Cómo las dinámicas grupales benefician a niños con TDAH, autismo y problemas emocionales
- Grupos de apoyo: Cómo la interacción social beneficia a niños con TDAH, autismo y problemas emocionales
- Terapias grupales: Un espacio seguro para niños con trastornos del neurodesarrollo desarrollar habilidades sociales y emocionales
Grupos de apoyo: Cómo las dinámicas grupales benefician a niños con TDAH, autismo y problemas emocionales
En el ámbito de la salud mental infantil, la creación de grupos de apoyo ha demostrado ser una herramienta valiosa para el desarrollo emocional y social de niños con necesidades especiales. Estos grupos, diseñados específicamente para niños con Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH), autismo y problemas emocionales, ofrecen un entorno seguro y estructurado para que los niños interactúen y aprendan entre sí. Al compartir experiencias y sentimientos, estos niños pueden desarrollar habilidades sociales, empatía y autoestima, lo que puede tener un impacto positivo en su calidad de vida y bienestar.
La relación entre los trastornos del neurodesarrollo, como el Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) y el autismo, y los problemas de interacción social, académicos y emocionales que experimentan los niños es estrecha. Estas condiciones afectan directamente la capacidad de los menores para comprender y responder adecuadamente en situaciones sociales, lo que puede dificultar la construcción de relaciones saludables.
A nivel académico, los niños con estos trastornos suelen tener dificultades para concentrarse, seguir instrucciones o procesar el lenguaje, lo que les impide alcanzar su máximo potencial en el aula. Además, la incapacidad para gestionar estos desafíos puede generar frustración y problemas emocionales como baja autoestima, ansiedad o conductas disruptivas, complicando aún más su integración en los entornos sociales y educativos.
Noelia Moreno, neuropediatra, destaca que el TDAH suele ir acompañado de trastornos del aprendizaje o emocionales.
Las terapias grupales ofrecen un espacio seguro donde los niños pueden desarrollar habilidades sociales, emocionales y cognitivas, mientras interactúan con sus iguales. Según Sara Herrero, neuropsicóloga y directora del Gabinete Multidisciplinar de la Fundación Querer, las terapias grupales nos permiten no solo trabajar sobre los objetivos específicos de cada niño, sino también potenciar habilidades adicionales gracias a la interacción con sus compañeros.
Este enfoque promueve el desarrollo de competencias como la empatía, el trabajo en equipo y la resolución de conflictos, herramientas esenciales para la vida diaria. En el Gabinete de la Fundación Querer, los niños participan en sesiones de estimulación cognitiva y apoyo escolar, diseñadas para mejorar funciones como la memoria y la atención, y adaptadas a las necesidades específicas de cada participante.
Es fundamental que los grupos sean cuidadosamente diseñados, prestando especial atención al perfil cognitivo de cada niño, destaca Herrero. Estas terapias no solo abordan el desarrollo académico, sino también el emocional y social, proporcionando un entorno donde los niños se sienten comprendidos y apoyados.
Aaron Moratón, violinista con autismo, afirma que la música me ayuda a hacer nuevos amigos.
Uno de los principales beneficios de las terapias grupales es la creación de un entorno colaborativo que refuerza la autoestima de los niños. Al estar acompañados por otros niños que también enfrentan retos similares, se sienten más comprendidos y apoyados, comenta Herrero, subrayando el impacto positivo que tiene en su confianza.
Las dinámicas grupales no solo favorecen a niños con trastornos del neurodesarrollo, como el TDAH o el autismo, sino también a aquellos con dificultades académicas o emocionales. Herrero destaca que los niños se benefician enormemente de la interacción con sus iguales, lo que les permite desarrollar habilidades como la empatía.
En definitiva, las terapias grupales se convierten en una herramienta poderosa para potenciar el crecimiento integral de los niños, brindándoles no solo apoyo individualizado, sino también la oportunidad de crecer y compartir en un entorno grupal.
El papel de los padres en las terapias grupales es fundamental. Según Sara Herrero, los padres pueden observar de primera mano cómo sus hijos avanzan no solo en aspectos emocionales, sino también en su capacidad para relacionarse con los demás. El apoyo y la colaboración familiar son esenciales para reforzar lo aprendido en las sesiones, lo que contribuye a que los progresos sean más rápidos y sostenibles en el tiempo.
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