Terapia grupal: un aliado para la socialización y cooperación en niños con trastornos neurológicos

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Terapia grupal: un aliado para la socialización y cooperación en niños con trastornos neurológicos

La terapia grupal se ha convertido en una herramienta fundamental para el desarrollo de habilidades sociales y de cooperación en niños con trastornos neurológicos, como el autismo, el síndrome de Asperger y otros trastornos del espectro autista. Esta forma de terapia se centra en la interacción entre los niños y los demás miembros del grupo, fomentando la comunicación efectiva, la empatía y la resolución de conflictos. De esta manera, los niños con trastornos neurológicos pueden desarrollar habilidades sociales y de cooperación, lo que les permite mejorar su integración social y su calidad de vida.

Terapia grupal: un enfoque innovador para mejorar habilidades de niños con trastornos neurológicos

La estimulación grupal para niños con trastornos neurológicos es una metodología que está ganando reconocimiento por sus numerosos beneficios. Este enfoque se centra en actividades diseñadas para mejorar habilidades cognitivas, emocionales y sociales en un entorno grupal.

Alba Montoro, neuropsicóloga, explica en detalle cómo funciona este tipo de intervención y los beneficios que ofrece. La estimulación grupal para niños con trastornos neurológicos es un conjunto de actividades diseñadas para mejorar sus habilidades cognitivas, emocionales y sociales, explica Montoro. Se realiza en un entorno grupal, permitiendo a los niños interactuar entre ellos mientras trabajan en habilidades específicas como la memoria, la atención y el lenguaje. Este enfoque también fomenta la socialización y el aprendizaje colaborativo.

La estimulación grupal: un aliado para la socialización y cooperación en niños con trastornos neurológicos

La estimulación grupal: un aliado para la socialización y cooperación en niños con trastornos neurológicos

La Fundación Querer ha añadido este tipo de servicios en la oferta terapéutica de su Gabinete Multidisciplinar. Los objetivos de la estimulación grupal son mejorar las funciones cognitivas, aumentar la capacidad de socialización y promover la cooperación entre los niños. A diferencia de la estimulación individual, que se centra en las necesidades específicas de un solo niño, la estimulación grupal aprovecha las interacciones entre los niños para fomentar un ambiente de apoyo mutuo y aprendizaje conjunto.

Montoro menciona que niños con trastornos del espectro autista, trastornos por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), parálisis cerebral y retraso en el desarrollo suelen beneficiarse significativamente de la estimulación grupal. La interacción social y el trabajo en equipo son especialmente útiles para estos grupos.

Desbloquea el potencial de los niños con trastornos neurológicos: la terapia grupal en acción

Algunas técnicas incluyen juegos de memoria, actividades de resolución de problemas, ejercicios de atención y concentración, juegos de rol y dinámicas grupales que promueven la comunicación y la empatía. Estas actividades están diseñadas para ser divertidas y educativas, motivando a los niños a participar activamente, explica Alba Montoro.

La neuropsicóloga también subraya la importancia de adaptar las actividades a las necesidades individuales de cada niño dentro del grupo. Las actividades se adaptan mediante la observación y el conocimiento previo de las necesidades y capacidades de cada niño. Los profesionales ajustan la dificultad y el enfoque de las actividades, asegurándose de que cada niño se sienta incluido y pueda participar de manera efectiva.

Las familias también juegan un papel crucial en el proceso de estimulación grupal. Pueden proporcionar información valiosa sobre las necesidades y progresos de los niños, y su apoyo continuo en casa refuerza lo aprendido en las sesiones grupales. Además, se les puede capacitar para realizar actividades complementarias en el hogar.

Para medir el progreso de los niños en estas sesiones grupales, Montoro indica que el progreso se mide mediante observaciones continuas, informes de los padres y evaluaciones periódicas. Los indicadores incluyen mejoras en las habilidades cognitivas específicas, mayor interacción social y un comportamiento más positivo en el grupo. También se pueden usar cuestionarios y pruebas estandarizadas.

Sobre la formación y cualificaciones esenciales para los profesionales que conducen sesiones de estimulación grupal, Montoro señala que es esencial que tengan formación en neuropsicología, psicología infantil o educación especial. Deben tener experiencia en trabajar con niños con trastornos neurológicos y poseer habilidades en la gestión de grupos y en la implementación de técnicas de intervención cognitiva y conductual.

Esos seguimientos, explica Montoro, están repletos de casos de éxito que destacan los beneficios de la estimulación grupal. Recuerdo un grupo en el que un niño con autismo que inicialmente no se comunicaba con sus compañeros. A través de las actividades grupales y el ambiente de apoyo, comenzó a participar en juegos y a comunicarse con sus compañeros. Al final del programa, su madre comentó que había visto mejoras significativas en su comportamiento social también en casa y en la escuela.

Luisa Herrera

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