El restaurante Alamesa, sin cuchillos ni fuegos, pone en práctica la inclusión laboral y brinda oportunidades a personas neurodivergentes

El restaurante Alamesa, sin cuchillos ni fuegos, pone en práctica la inclusión laboral y brinda oportunidades a personas neurodivergentes

En un innovador esfuerzo por fomentar la inclusión laboral, el restaurante Alamesa ha decidido eliminar los cuchillos y fuegos de su cocina, creando un entorno de trabajo más seguro y accesible para las personas con discapacidades. Esta iniciativa pone de relieve la importancia de brindar oportunidades a individuos con neurodiversidad, permitiéndoles desarrollar sus habilidades y talentos en un ambiente de trabajo inclusivo y respetuoso. A través de esta práctica, el restaurante Alamesa se convierte en un modelo a seguir en la lucha por la igualdad de oportunidades en el mercado laboral.

Inclusión laboral sin precedentes: Alamesa, el restaurante sin cuchillos ni fuegos que abre puertas a personas neurodivergentes

En el corazón de Buenos Aires, el restaurante Alamesa se ha convertido en un ejemplo de inclusión laboral para personas neurodivergentes, es decir, con variaciones en el campo neurológico. Sin cuchillos y sin fuegos, pero con ingentes cantidades de esfuerzo y dedicación, este proyecto revolucionario ha logrado brindar oportunidades laborales a personas con autismo, esquizofrenia, bipolaridad o TDAH (trastorno por déficit de atención con hiperactividad), entre otras condiciones neurodiversas.

El proyecto nació de la inquietud del renombrado pediatra e infectólogo Fernando Polack, quien tiene una hija con autismo. Según Sebastián Wainstein, director ejecutivo del restaurante, Polack se preguntó: ¿Cómo hago para que Julia y el resto de las personas puedan ser parte de un proyecto que realmente los integre a un trabajo?

El local abrió sus puertas el pasado 1 de marzo y da trabajo a unas 40 personas. Sin embargo, su desarrollo comenzó años atrás con pruebas y errores que demoraron la inauguración, pero evitarán prisas innecesarias. Todo está pensado para que las personas que trabajan aquí puedan sentirse en su lugar. Alamesa es para ellos y es el cliente el que de alguna manera tiene que adaptarse, comenta Wainstein.

La cocina de Alamesa es un lugar único, donde no se utilizan cuchillos ni fuegos. La mercadería llega en porciones y los pedidos se realizan mediante el teléfono móvil. De esta manera, cada uno de los trabajadores puede desarrollar todas las tareas, desde la producción hasta el servicio al cliente. Es un lenguaje de colores e hilos invisibles para el cliente que permiten a los trabajadores de Alamesa hacer su trabajo sin estrés, explica Wainstein.

El equipo detrás de Alamesa incluye psicólogos y expertos con conocimientos gastronómicos, que están atentos al funcionamiento del grupo y deben cumplir una regla fundamental: prohibido intervenir. La misión de este proyecto no es atraer a su público simplemente por su peculiaridad, sino también ofrecer una buena y competitiva oferta gastronómica.

La carta del restaurante es rica y competitiva en términos gastronómicos, con opciones como milanesa de lomo con patatas y ensalada, salmón al panko o bondiola con un ceviche de mango a la salsa de cerveza. El restaurante tiene una carta donde todos se sienten muy cómodos porque los chicos lo pueden hacer, porque la oferta es rica y porque es competitiva en términos gastronómicos, comenta Wainstein.

Desde el día uno, la recepción que ha tenido el restaurante ha sido maravillosa, lo que les enorgullece muchísimo. Además, les alienta saber que están por el camino correcto y que, de alguna manera, pueden alentar a mucha gente que podía tener la misma idea pero que no se atrevían.

Wainstein destaca que Alamesa es un quiebre de paradigma, ya que demuestra a la sociedad que existe un potencial muy rico en estas personas para poder explotar su fuerza laboral. Son muy buenos haciendo lo que hacen, manifiesta.

Sobre el futuro del proyecto, Wainstein explica que están desarrollando planes centrados en el asesoramiento, ya que la demanda es muy fuerte en todo el mundo. Ahora tenemos que hacer aterrizar el proyecto, y después sí podemos zambullirnos a demostrar cómo es el modelo para aquellos que quieran adentrarse en este mundo, culmina.