El secreto detrás de las persianas españolas: ¿por qué nos gusta cerrar y abrir las ventanas de manera diferente a los demás países?

El secreto detrás de las persianas españolas: ¿por qué nos gusta cerrar y abrir las ventanas de manera diferente a los demás países?

En España, es común observar una peculiaridad en la forma en que se abren y cierran las ventanas. Mientras que en otros países, las persianas se abren hacia adentro o hacia afuera de manera uniforme, en nuestro país es habitual encontrar una mezcla de ambos estilos. Pero, ¿qué hay detrás de esta costumbre tan arraigada en nuestra cultura? En este artículo, descubriremos el secreto que explica por qué los españoles tenemos una forma tan particular de manejar las ventanas de nuestras casas. Desde la influencia del clima y la arquitectura hasta la importancia de la privacidad y la seguridad, analizaremos las razones que nos llevan a cerrar y abrir las ventanas de manera diferente a los demás países.

La fascinante historia detrás de las persianas españolas: ¿por qué nos gusta cerrar y abrir las ventanas de manera diferente a los demás países?

Las persianas de esparto, o esparteras, siguen presentes en algunas casas andaluzas, como en esta fachada sevillana. El esparto permite el paso del aire pero no del sol y, gracias a la resistencia de sus fibras, se pueden mojar para que refresque el aire que filtra al interior en las horas más calurosas.

A los extranjeros que visitan España les sorprende verlas en casi todas las ventanas, y los españoles que se encuentran en el extranjero por obligación o deseo, las echan de menos. Hablamos de las persianas, un artículo característico de nuestra cultura y sin el que ya no podríamos vivir.

Orígenes y evolución de las persianas

El origen de las persianas se remonta al antiguo Egipto, donde la gente utilizaba cañas anudadas y colgadas en las ventanas para controlar la entrada de luz solar y permitir la circulación del aire fresco. Esta técnica primitiva es considerada el origen de las persianas. Posteriormente, en China también se empleaba una técnica similar, pero utilizando cañas de bambú.

Sin embargo, las persianas actuales se introdujeron a través de Venecia durante el siglo XVIII, mejorando su sistema mediante la incorporación de un cordón y una polea que permitía mover todas las láminas a la vez. El nombre 'persiana' procede del latín 'persa, persae', o lo que es lo mismo, originario de Persia. La primera patente de una persiana se produjo en 1769 por Edward Bevan en Londres.

La adaptación a la cultura española

A partir de entonces, su fabricación y uso se extendieron por toda Europa, lo que llevó a los comerciantes a exportar las persianas al resto del continente. Inicialmente fabricadas en madera o tela, se adaptaron perfectamente al clima mediterráneo, permitiendo regular la entrada de luz y aire de forma eficiente. Además, su diseño flexible y su capacidad para proporcionar privacidad las convirtieron en un elemento muy valorado.

El clima mediterráneo: calor y luz intensa

Las altas temperaturas estivales, especialmente en el sur del país, hacen necesario contar con sistemas de protección solar que eviten el sobrecalentamiento de las viviendas. Las persianas, al impedir la entrada directa de la luz solar, contribuyen a mantener una temperatura interior fresca y agradable, reduciendo la necesidad de aire acondicionado.

Además de su utilidad evitando nuestra exposición a los 300 días soleados que tenemos en promedio en España, las persianas también son esenciales para proteger la intimidad del hogar. Permiten controlar la visibilidad desde el exterior, creando una barrera física que separa el espacio privado del público. Esto es especialmente valorado en las zonas urbanas, donde la densidad de población y la proximidad entre viviendas hacen más necesaria la protección de la privacidad.