Desarrollo de sonda espacial en España: un paso adelante en la lucha contra la basura espacial
La Agencia Espacial Europea (ESA) y España unen fuerzas para combatir el problema de la basura espacial con la misión DRACO (Destructive Reentry Assessment Container Object), un experimento de reentrada de escombros que busca entender cómo se desintegra un satélite al entrar en la atmósfera.
El problema de la basura espacial
Según los últimos datos disponibles de la ESA, actualmente hay en la órbita de la Tierra más de un millón de objetos que se consideran desechos espaciales. La ESA define los desechos espaciales como todos los objetos artificiales no funcionales, incluidos los fragmentos y elementos de los mismos, en órbita terrestre o que vuelven a entrar en la atmósfera terrestre.
Esta categoría comprende todo aquello que sea mayor de 1 centímetro de tamaño, que sería lo suficientemente grande como para causar daños catastróficos. La basura espacial es el resultado de los aproximadamente 6.740 lanzamientos realizados desde el comienzo de la era espacial —excluidos los fallos—.
La misión DRACO
La misión DRACO tiene como objetivo principal construir una cápsula que sea capaz de alcanzar la órbita terrestre solo para, horas después, volver a entrar a la atmósfera a morir. No sin antes, claro, enviar su valiosa telemetría del proceso.
Para lograr este hito en la investigación espacial, la agencia ha firmado un contrato de 17 millones de euros con Deimos Space, una empresa con sede en España que se encargará de desarrollar el satélite de la misión DRACO en Puertollano, en la provincia de Ciudad Real.
Características del satélite DRACO
El satélite DRACO tiene un peso de unos 200 kilos y del tamaño de una lavadora. No tendrá un sistema de propulsión ni sistemas de navegación y comunicación conectados, ya que no se controlará directamente. En cambio, DRACO aprovechará el empuje del cohete con el que se lance para alinearse para una reentrada rápida.
Tras un vuelo de no más de 12 horas, durante el cual alcanzará una altitud máxima de 1.000 kilómetros, la sonda reentrará sobre una zona deshabitada del océano. Los sensores de Draco medirán las temperaturas, evaluarán la tensión en las diversas partes del propio satélite y registrarán la presión circundante.
Recuperación de datos
La clave para recuperar los datos que recopile la misión es la integración de una pequeña cápsula, de aproximadamente 40 centímetros, que sobreviva a las condiciones extremas de la reentrada en la atmósfera. La cápsula podría girar y caer a gran velocidad, pero tiene que ser capaz de abrir un paracaídas independientemente de su orientación y velocidad inicial.
Una vez desplegado el paracaídas, la cápsula descenderá más suavemente, lo que le permitirá conectarse con un satélite geoestacionario situado por encima para transmitir los datos recogidos. La cápsula dispondrá de unos 20 minutos para enviar la telemetría antes de precipitarse al océano y dar por concluida la misión.
Impacto en España
El contrato de 17 millones de euros no solo impulsará la tecnología espacial en Europa, sino que también duplicará la plantilla de Deimos en Puertollano, alcanzando los 80 trabajadores, principalmente ingenieros. Además, se construirá una instalación de cámara limpia de 400 metros cuadrados en la ciudad para integrar el satélite.
El proyecto pondrá a España —y a un pequeño municipio como Puertollano— en el mapa del sector aeroespacial, demostrando que en el New Space hay también lugar para otras compañías más allá de los gigantes que cada día cubren las portadas de la prensa.
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