- Finisterre posee un cementerio abandonado que no ha sido utilizado para enterramientos: la extraña historia detrás de su silencio
- El cementerio del fin del mundo: la extraña historia detrás de un proyecto abandonado
- Un cementerio inacabado en medio de la naturaleza
- Falta de presupuesto y discrepancias políticas
- Un proyecto abandonado, pero no olvidado
Finisterre posee un cementerio abandonado que no ha sido utilizado para enterramientos: la extraña historia detrás de su silencio
En el municipio costero de Finisterre, en la provincia de La Coruña, Galicia, se esconde un cementerio abandonado que ha generado gran curiosidad entre los vecinos y visitantes. Lo que llama la atención es que, a pesar de su existencia, no ha sido utilizado para enterramientos en más de un siglo. La pregunta que surge es ¿cuál es la extraña historia detrás de este silencio? ¿Por qué este lugar, diseñado para dar descanso a los difuntos, ha sido dejado de lado? En las siguientes líneas, descubriremos los misteriosos eventos que rodean este cementerio y la razón por la que ha sido condenado al olvido.
El cementerio del fin del mundo: la extraña historia detrás de un proyecto abandonado
Finisterre, un lugar situado en el punto más occidental de la Península, es conocido como el fin del mundo. Además de ser la última etapa del Camino de Santiago, este municipio coruñés tiene una peculiaridad que llama la atención: un cementerio sin tumbas.
Un cementerio inacabado en medio de la naturaleza
La necesidad de un nuevo cementerio en Finisterre surgió en la década de 1990, cuando el antiguo camposanto se encontraba completo y no había más espacio para enterrar a los vecinos. Fue entonces cuando el Ayuntamiento aprobó un proyecto innovador del arquitecto César Portela en la ladera interior del Cabo, mirando al monte Pindo.
La propuesta de Portela era arriesgada para la época: se trataba de unos bloques de hormigón escalonados que albergaban varios nichos. El objetivo era que se integrasen de forma armoniosa con el entorno natural, alejándose de un cementerio convencional. Portela quería que las tumbas estuviesen en contacto con la tierra y el mar, símbolo de la unión del ser humano con la naturaleza.
Falta de presupuesto y discrepancias políticas
No todos entendieron esta propuesta innovadora, lo que dificultó que el proyecto pudiese continuar y, finalmente, se quedó a medio camino. Un año después de arrancar las obras, quedaron paralizadas. Una de las razones fue el terreno, complicado para realizar esta obra: iba a haber 216 nichos, pero tuvo que reducirse a 168.
Además, el plan inicial marcaba 14 cubos con 12 huecos y tres cubos para una capilla y la sala de autopsias. Sin embargo, nunca llegó a completarse por falta de dinero. A esto se sumaron las discrepancias dentro del Gobierno municipal, que no permitieron que se llegase a inaugurar este espacio.
Un proyecto abandonado, pero no olvidado
A pesar de los cambios en el consistorio que se llevaron a lo largo de los años, nunca hubo intenciones de volver a retomar las obras. Aun así, muchos curiosos se acercan hasta este lugar para visitar el proyecto y las vistas espectaculares que ofrece.
César Portela, el arquitecto detrás de este proyecto, es un profesional reconocido por su trabajo. Ha recibido premios como el Premio Nacional de Arquitectura en 1999 y la Medalla de Oro de la Arquitectura en 2023. Entre sus obras destacadas se encuentran la ampliación del aeropuerto de Vigo, la Domus de A Coruña y la Facultad de Bellas Artes de Pontevedra.
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