La exposición al frío y al calor extremos en los primeros años de vida puede afectar al rendimiento cognitivo de los menores

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La exposición al frío y al calor extremos en los primeros años de vida puede afectar al rendimiento cognitivo de los menores

Una investigación reciente ha revelado un hallazgo impactante que debería llamar la atención de los padres y cuidadores de niños menores de 5 años. Según los resultados, la exposición a temperaturas extremas, tanto frío como calor, durante los primeros años de vida puede tener un efecto negativo en el desarrollo cognitivo de los menores. Esta exposición temprana a condiciones climáticas adversas puede afectar la capacidad de los niños para aprender y procesar información, lo que a su vez puede influir en su rendimiento académico y futuro éxito.

Exposición al frío y al calor en la infancia afecta el desarrollo cerebral

Un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) ha descubierto que la exposición al frío y al calor extremos en los primeros años de vida puede tener efectos duraderos en la microestructura de la materia blanca del cerebro, especialmente en niños y niñas que viven en barrios pobres.

El estudio, publicado en Nature Climate Change, analizó la estructura de la sustancia blanca en el cerebro de más de 2.000 preadolescentes y encontró que la exposición al frío y al calor en los primeros años de vida se asocia con una maduración más lenta de la sustancia blanca.

Vulnerabilidad de los fetos y la población infantil

Vulnerabilidad de los fetos y la población infantil

Sabemos que el cerebro en desarrollo de los fetos y de los niños y niñas es particularmente susceptible a las exposiciones ambientales, afirma Mònica Guxens, investigadora de ISGlobal, Erasmus MC y CIBERESP. Sin embargo, faltan estudios que evalúen los posibles cambios en la estructura cerebral como resultado de estas exposiciones.

Análisis de la estructura cerebral

El equipo de investigación utilizó resonancia magnética (IRM) para evaluar la conectividad cerebral de los participantes entre los 9 y los 12 años de edad. El análisis incluyó la medición de la difusividad media y la anisotropía fraccional, que son indicadores de la maduración de la sustancia blanca.

Los resultados mostraron que la exposición al frío durante el embarazo y el primer año de vida, y la exposición al calor desde el nacimiento hasta los 3 años de edad se asociaron con una mayor difusividad media en la preadolescencia, lo que indica una maduración más lenta de la sustancia blanca.

La pobreza aumenta el riesgo

Un análisis estratificado por condiciones socioeconómicas mostró que los niños y niñas que vivían en barrios más pobres eran más vulnerables a la exposición al frío y al calor. En estos grupos, las ventanas de susceptibilidad al frío y al calor eran similares a las identificadas en la cohorte general, pero comenzaban antes.

Nuestros hallazgos ayudan a concienciar sobre la vulnerabilidad de los fetos y la población infantil a los cambios de temperatura, afirma Guxens. Los resultados también subrayan la necesidad de diseñar estrategias de salud pública para proteger a las comunidades más vulnerables ante la inminente emergencia climática.

Es fundamental concienciar sobre la vulnerabilidad de los fetos y la población infantil a los cambios de temperatura y diseñar estrategias de salud pública para proteger a las comunidades más vulnerables.

Lucía García

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