En un fenómeno social que revoluciona la forma en que se entiende la institución del matrimonio, la soltería ha alcanzado niveles históricos en el país. Según los últimos datos, uno de cada cinco jóvenes adultos ha abandonado la idea de contraer matrimonio, prefiriendo mantener su estado civil de soltero. Esta tendencia no solo marca un cambio en la forma en que se vive la vida adulta, sino que también reconfigura la estructura familiar y las relaciones interpersonales. A continuación, se analizará esta tendencia y se explorarán las razones detrás de este crecimiento sin precedentes de la soltería en el país.
- La soltería alcanza niveles históricos: uno de cada cinco jóvenes adultos ya no espera casarse
- Una tendencia en aumento en España
- El celibato definitivo
- Retraso en la cohabitación
- Consecuencias sociales
- Factores que influyen en la soltería
- El soltero o soltera de por vida
- Causas del cambio social
- Más rupturas y divorcios
- La experiencia de las solteras
- Lo peor y lo mejor de la soltería
La soltería alcanza niveles históricos: uno de cada cinco jóvenes adultos ya no espera casarse
La soltería es el cambio cultural más rotundo y global del siglo XXI, a decir de los demógrafos. El fenómeno es tan imparable que la ciencia social ha tenido que rendirse y girar el foco de sus estudios sobre familia a la soltería para entender cómo es posible que se haya doblado el porcentaje de personas que nunca formarán una pareja estable para la convivencia, y por qué pasamos periodos más largos de la vida estando solteros y solteras.
Una tendencia en aumento en España
En España la proporción de población soltera no ha dejado nunca de aumentar desde mediados de los años setenta hasta la actualidad, según el demógrafo Pau Miret. En su estudio Patrones de género en relación al empleo, la instrucción y la inmigración en las pautas de soltería por edad en España (2023) revisó más de 10,5 millones de datos trimestrales de la EPA desde 1976 hasta 2023 y descubrió que ciertamente la soltería ha alcanzado niveles inusitados.
El celibato definitivo
Miret explica que a finales de los setenta lo que se denomina celibato definitivo, no haber convivido en pareja antes de los 39 años, estaba representado por un 11% de la población en ambos sexos. La cifra le salió similar cuando estudió las cohortes de 2001, pero en el último tramo de su estudio, en 2018, ya se había situado en un extraordinario 20%. La conclusión que sacó es que la formación de la primera pareja es cada vez más tardía, que quienes lo hacen esperan ampliamente pasados los 30, y que uno de cada cinco españoles nunca constituye esa unión.
Retraso en la cohabitación
Según su análisis, en los años ochenta se dejaba de estar soltero por primera vez a los 25 años (ellos) y a los 22 años (ellas). Para 2018, ya era a los 29,5 años (ellos) y a los 27 (ellas). Pero todavía es más tardía la edad en el caso de los matrimonios formalizados, por la iglesia o civiles: la estadística dice que se ha pasado de los 33 años de media de 2011 a los 36,8 años, en 2022.
Las consecuencias de que en cuatro décadas se haya retrasado cinco años la emancipación en pareja, dice Miret, está representando un problema social muy importante. Una de las consecuencias más evidentes, la baja tasa de natalidad que tiene España.
Factores que influyen en la soltería
En su investigación, el demógrafo del CED identifica dos circunstancias como precursoras de una mayor tendencia a la soltería: un alto nivel de instrucción en las mujeres y la falta de empleo en los varones. En tanto que un hombre parece que la formación de pareja está muy vinculada a tener una relación laboral estable, en las mujeres parece que se mantiene que cuanto más estudian más tarde y menos forman pareja, sostiene.
El soltero o soltera de por vida
El soltero o soltera de por vida lo que define Miret como esa persona que en 39 años nunca se ha casado ni ha vivido en pareja. De alguna forma ya no se plantea en la biografía la convivencia a dos con vínculo sentimental. Sea porque no haya querido o no haya podido. Esto es lo que está aumentado de manera muy espectacular en España, explica.
Las causas identificadas del cambio social son que los jóvenes adultos dedican más años a la formación, perciben falta de estabilidad laboral, sufren escasez de vivienda accesible, los que dificulta emanciparse de la vivienda de los padres, donde se pasa más tiempo de lo normal, y además se ha producido un cambio cultural consistente en la pérdida de importancia de la formación de la familia en una balanza con los costes vitales que supone a los individuos.
Más rupturas y divorcios
En el Centro de Estudios Demográficos de Barcelona, el CED, donde trabaja Miret, hay otra demógrafa, Ariane Ophir, que acaba de recibir una beca de 1,5 millones de euros para estudiar los próximos cinco años el aumento de la soltería en todas las fases de la vida en varios países de Europa, entre ellos España. A la primera soltería y al celibato definitivo, sumará las rupturas de pareja y el aumento de los divorcios, así como la viudedad, la paternidad en solitario o las relaciones sin cohabitar.
La experiencia de las solteras
Belén C. tiene 40 años y vive en un piso en un barrio del sur de Madrid, sola con dos gatitos, para aumentar el cliché de solterona dice acompañando la frase de una risotada. Cuenta que ella se emancipó hace diez años aproximadamente, y que desde entonces no ha vivido con nadie. Lo considero un privilegio porque, gracias a que no he parado de trabajar, tengo libertad financiera, pero sé que hay mucha gente con mi misma formación que no ha tenido tanta independencia económica, explica.
Belén prefiere no etiquetarse entre soltera por elección o por imposición. Hoy en día y más con todo lo que tenemos alrededor, 47 millones de aplicaciones para encontrar pareja, que ahí están y fenomenal, en mi caso no estoy soltera por convicción, porque considere que no es posible la capacidad de tener relaciones a largo plazo, sino porque no he conocido a nadie con quien me apetezca compartir un proyecto de vida y que me haga pensar que esa situación va a estar mejor que la actual, explica.
Lo peor y lo mejor de la soltería
Lo peor de la soltería, y esto lo tiene super claro, es cuando se enferma. A Belén le gustaría que en estado febril alguien a su lado en la cama le trajera un medicamento y agua. Eso le haría llevar la supervivencia un poco mejor, o cuando tiene que ponerle la funda al nórdico, bromea. Es una cosa que hacerla sola me pone de los nervios.
La mejor parte de estar soltera, gracias a su independencia económica, es tener libertad de decisión. Yo decido todo, en qué me gasto el dinero, dónde voy, qué hago. No tengo que contemplar el criterio de nadie.
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