La violencia colectiva contra el pensamiento crítico: lecciones aprendidas de los disturbios en el Reino Unido

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La violencia colectiva contra el pensamiento crítico: lecciones aprendidas de los disturbios en el Reino Unido

En un contexto de creciente polarización y intolerancia política, los recientes disturbios en el Reino Unido han puesto de manifiesto la amenaza que supone la violencia colectiva contra el pensamiento crítico. Estos sucesos han generado un ambiente de miedo y represión, que busca silenciar las voces disidentes y acallar la libertad de expresión. En este sentido, es fundamental analizar las lecciones aprendidas de estos eventos para comprender las causas profundas de esta violencia y desarrollar estrategias efectivas para promover la tolerancia y el diálogo en nuestra sociedad. En este artículo, exploraremos las implicaciones de estos disturbios y reflexionaremos sobre el papel que debemos jugar para defender el pensamiento crítico y la libertad de expresión.

La violencia colectiva: ¿qué podemos aprender de los disturbios en el Reino Unido?

La rabia es contagiosa y somos peores en compañía. El antídoto es la regresión al pensamiento crítico y no parece fácil en la era de los bandos. Se ha producido una doble pérdida de identidad. La de quienes reaccionan con violencia ante el problema de la inmigración irregular y la de los propios migrantes. Nadie tiene nombre. Ni los que vienen, ni los que no los acogen. No hay personas, ya solo hay colectivos o masas uniformes.

La categorización grupal exacerba el nosotros versus ellos y sus consecuencias son la sinrazón y la violencia. Hoy más que nunca conviene recordar que se puede pensar y actuar de manera individual y que está permitido dudar.

La desindividuación y el pensamiento crítico: lecciones para evitar la violencia

La desindividuación y el pensamiento crítico: lecciones para evitar la violencia

No ha sido la desinformación la causa de los disturbios en Reino Unido. Ha sido la desindividuación en un contexto de polarización y preocupación. Lo que está ocurriendo en las islas británicas ejemplifica todas y cada una de las teorías sobre dinámicas grupales y esto puede ayudarnos a recordar viejas lecciones para contener futuras lamentaciones.

El psicólogo Phillip Zimbardo, conocido por el experimento de la cárcel de Stanford, hablaba de la teoría de la desindividuación. En situaciones de grupo, las personas experimentan una pérdida de identidad personal, una disminución de la responsabilidad y una desinhibición del comportamiento agresivo. La anonimidad no ocurre solo en Internet, también se da en medio de una masa de gente, en la vida real.

La desindividuación significa que la solución existe. Dos británicos, condenados a cuatro años de cárcel por incitar a los disturbios en Facebook, son un ejemplo de cómo la anonimidad en las redes sociales puede llevar a la violencia.

El contagio de la violencia: análisis de los disturbios en el Reino Unido y lecciones para la sociedad

Las campañas de desinformación no son nuevas, como tampoco lo son las injerencias extranjeras. Extremistas de todas las ideologías agitan el tablero volcando su ira y manipulando las ideas. Usan altavoces mediáticos, como el activista Tommy Robinson en este caso, para desatar la furia por las redes sociales.

Lo preocupante es que lo online cruza a las calles. En el futuro seguirá habiendo agitadores y es probable que con la inteligencia artificial sea cada vez más complejo dar con la verdad. Por eso se hace obligación moral e individual no caer en los bulos y reforzar el pensamiento crítico.

Todo comenzó porque alguien creó una identidad falsa a la que responsabilizar del brutal asesinato de tres niñas de 6, 7 y 9 años perpetrado en un centro infantil de Southport. Crearon a Ali Al Shataki ad hoc: un presunto solicitante de asilo musulmán que habría entrado al país de manera irregular.

La mentira fue tomando tal forma que la Justicia decidió revelar el nombre del verdadero asesino pese a ser menor de edad. Se hizo como acto excepcional para evitar la difusión de fake news y su odio asociado.

El problema no es tanto que se inventaran a Ali Al Shataki. El problema es que podría perfectamente haber existido, y no estamos sabiendo afrontarlo.

A los que no tienen razón se suman los que la pierden, porque en un escenario donde la preocupación por la inmigración está justificada, ciertas reacciones deslegitiman la respuesta. Y entonces todo se entremezcla, religión y etnia.

Mientras se incendian las calles como si esto fuese La Purga, muchos no saben siquiera si son xenófobos, racistas o islamófobos. El miedo instrumentalizado ha provocado ya cerca de 400 detenidos, y el contagio por otras fronteras no resultaría extraño.

El psicólogo Solomon Asch demostró, a través de sus experimentos de conformidad, que la influencia de la presión de la comunidad llega a modificar las propias creencias. Las personas pueden adoptar comportamientos y normas que no exhibirían de manera individual, pero incluso pueden interiorizar conceptos que van en contra de su propio juicio, por el simple hecho de encontrarse en un grupo.

El antídoto, tanto para la reacción como para la opinión, es la individualización, que no individualismo. La individualización no es contraria a la solidaridad. Es pensar por el propio cerebro sin dejarse llevar por corrientes de odio, que son un impulso, frente al criterio, que requiere de paciencia y tolerancia para ser articulado.

Es pueril subrayarlo, pero parece necesario recordar que ni todos los migrantes son delincuentes, ni todas las personas preocupadas por la inmigración son intolerantes.

Admitamos nuestra vulnerabilidad ante la manipulación y el autoritarismo y recordemos con humildad las lecciones del pasado. Es grave que alguien enaltezca la violencia en abierto, pero más preocupante es su avalancha de likes. El discurso rabioso siempre nubla el raciocinio.

La inmigración irregular es un problema y un reto que ha de ser encarado. Pero afrontarlo quemando mezquitas y asaltando las calles es un acto de bárbaros. Se abanderan algunos de querer preservar la civilización occidental. Actuar como bestias resulta una contradicción letal.

Luisa Herrera

Hola, soy Luisa, periodista de la página web El Noticiero, un periódico independiente de actualidad nacional e internacional. Mi pasión es descubrir las últimas novedades y presentarlas con la más rigurosa objetividad a nuestros lectores. Con mi pluma, busco informar, analizar y contextualizar la información para que todos puedan estar al tanto de lo que sucede en el mundo. Mi compromiso es con la verdad y la imparcialidad, para ofrecer un periodismo de calidad que contribuya al debate y la reflexión. ¡Gracias por seguirnos en nuestras noticias!

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