- Manteros de Barcelona mantienen su presencia en el centro de la ciudad a pesar de la intensificación de la vigilancia policial y el aumento de multas
- Manteros de Barcelona resisten a la intensificación de la vigilancia policial y el aumento de multas
- La autoridad municipal reconoce que el 'top manta' no se ha erradicado del todo
- La lucha de los manteros: desafío a la autoridad y supervivencia en la calle
- La Sindicatura de Greuges critica la política de control de la venta ambulante
Manteros de Barcelona mantienen su presencia en el centro de la ciudad a pesar de la intensificación de la vigilancia policial y el aumento de multas
En el corazón de Barcelona, la presencia de los manteros sigue siendo una realidad a pesar de los esfuerzos de las autoridades para frenar esta actividad. Aunque la vigilancia policial se ha intensificado en los últimos meses y el número de multas ha aumentado considerablemente, los vendedores ambulantes han logrado mantener su presencia en el centro de la ciudad. Esta situación ha generado un debate sobre la necesidad de encontrar soluciones sostenibles para regular esta actividad y proteger los derechos de los vendedores, mientras se garantiza la seguridad y el orden público en la zona.
Manteros de Barcelona resisten a la intensificación de la vigilancia policial y el aumento de multas
En la plaza de Catalunya de Barcelona, el gobierno municipal de Jaume Collboni ha redoblado el control sobre los manteros, pero los trabajadores y vecinos de la zona perciben mejoras, pero no es suficiente para que se rindan. Al más difícil todavía, responden con tenacidad.
La Guardia Urbana ha duplicado las multas en 2024. Durante el primer semestre del año, los agentes pusieron 23.218 denuncias por venta ambulante irregular en la capital catalana, casi el doble que en el mismo período de 2023, cuando se impusieron 12.959, según datos municipales. Además, desde 2022 las multas han aumentado un 114%. Sin embargo, aunque intermitentemente, los manteros siguen estando ahí.
Marta, trabajadora en una oficina de la plaza, cuenta que los ve prácticamente día sí, día no cuando baja del autobús, sobre todo en la esquina con Portal de l'Àngel. Otro trabajador de la céntrica plaza, que prefiere permanecer en el anonimato, afirma que aunque estos vendedores ambulantes no desaparecen, desde hace dos años atrás -durante la alcaldía de Ada Colau- la situación del 'top manta' se ha calmado.
Saben la hora en la que está por aquí la policía y como se conocen se evitan, apunta. Por su parte, una dependienta de una tienda de ropa, que también prefiere no revelar su nombre y que lleva tres años trabajando por la zona, afirma: Ahora los veo más agrupados, sobre todo, en el metro. Y añade que cuando ven que hay presencia policial en la plaza de Catalunya cogen el metro y se van a otras paradas próximas, como Urquinaona o Universitat.
La autoridad municipal reconoce que el 'top manta' no se ha erradicado del todo
Desde el Ayuntamiento, el teniente de alcaldía de Seguridad, Albert Batlle, en la Comisión de Presidencia y Seguridad de julio, reconoció que el 'top manta' no se ha erradicado del todo, pero aseguró que es un fenómeno absolutamente controlado. También dijo que es a día de hoy un problema residual y que el Pla Endreça prevé disponer de más efectivos “donde hace más falta”.
La lucha de los manteros: desafío a la autoridad y supervivencia en la calle
Lamine Sar, portavoz del Sindicato de Manteros de Barcelona, confirma que ahora la policía se lo pone más difícil, pero explica que los vendedores de falsificaciones -la mayoría de ellos jóvenes- tienen que buscarse la vida por la calle para trabajar. Y es que no no tienen otros recursos al no poder cobrar el paro, no tener acceso a los servicios sociales y tampoco poder empadronarse, apunta.
Lamenta que, desde que Collboni está al frente del Ayuntamiento, hay mucha más persecución policial y relata que la manera de proceder de la Guardia Urbana es esconderse, vestirse de paisano y correr hacia ellos. Es entonces cuando se ven obligados a recoger sus mantas y salir corriendo para esquivar a los agentes y la multa. Es una sensación frustrante, asegura.
También señala que, en su opinión, la política de denuncia a la venta ambulante no autorizada es algo contraproducente. Multar a los manteros no es una buena solución porque no tienen dinero para pagar y tienen que volver a la calle para poder abonar el dinero de la multa, afirma. Sar pide al gobierno municipal tener voluntad política para favorecer la inclusión de estos jóvenes en el mundo laboral y retomar la mesa de diálogo.
La Sindicatura de Greuges critica la política de control de la venta ambulante
La Sindicatura de Greuges de Barcelona publicó en agosto un comunicado en el que aseguraba que las políticas impulsadas por el gobierno de Collboni para controlar la venta ambulante irregular en la capital catalana son insuficientes para garantizar los derechos de los manteros. Además, dijo que están agravando la estigmatización de este colectivo.
Según datos del consistorio, que recogió la sindicatura en un informe, desde la entrada en vigor del Pla Endreça, el porcentaje de pago de las multas por parte de los manteros es tan solo del 3,46%. Estos datos denotan la ineficiencia de la aplicación del procedimiento sancionador, tanto en el impago de las multas como a los efectos disuasivos que pueden tener, sostiene el documento.
Pero ellos, por el momento, ahí siguen, intentando sobrevivir y resistiendo a frentes abiertos: el de ciudadanos que piensan que dañan la imagen de Barcelona, el de los que -quién sabe si por fortuna o por esfuerzo o por una mezcla de ambos- están empleados en la misma zona legalmente, el de las marcas 'de verdad' o el de la Guardia Urbana, que hace su trabajo. Sus aliados, los clientes, pero también los que no se sienten molestos y quienes incluso empatizan con ellos.
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