No hay evidencia de un plan de conquista español sobre China por parte de Felipe II.

No hay evidencia de un plan de conquista español sobre China por parte de Felipe II.

Un reciente estudio histórico ha descubierto que no existen pruebas creíbles que respalden la teoría de que Felipe II de España tenía un plan de conquista sobre China durante su reinado en el siglo XVI. A lo largo de los años, esta teoría ha sido objeto de debate entre historiadores y expertos, pero según los investigadores, no hay evidencia documental que respalde esta afirmación. El equipo de investigación, liderado por el Dr. José María Blanco, ha revisado exhaustivamente los archivos y documentos de la época, y no ha encontrado ninguna mención a un plan de conquista sobre el Imperio Chino. Esta conclusión arroja nueva luz sobre la política exterior de Felipe II y su enfoque en la expansión colonial española en América.

Felipe II y el plan de conquista de China: un proyecto ambicioso que nunca llegó a realizarse

A finales del siglo XVIII, el imperio español alcanzó la máxima expansión territorial de su historia: las fronteras españolas cubrían, además de la península Ibérica, grandes regiones de América (desde el suroeste de Estados Unidos hasta Argentina), territorios en Europa y en las costas africanas y hasta las Islas Filipinas, al otro lado del mundo.

Un vasto imperio en el que, literalmente, no se ponía el sol y que podría haber sido mucho más extenso si los planes de Felipe II se hubieran cumplido. Y es que el monarca de la Casa de Austria, que en aquel momento era también rey de Portugal, recibió una propuesta que hubiera cambiado el curso de la historia: tras conquistar América, España habría conquistado China.

China, la última frontera del imperio español

La exitosa conquista de México sobre los aztecas hizo que Hernán Cortés plantease en 1526 la idea de emprender la conquista del Lejano Oriente, desde donde la monarquía hispánica podría acceder a nuevas riquezas y territorios. El plan fue desechado hasta que a finales del siglo XVI fue retomado por Felipe II.

El monarca de la casa de Austria, cuya mayor ambición era cubrir todo el mundo con la bandera de España y la cruz católica, encomendó a marineros, militares, comerciantes y religiosos que entablasen relaciones y recopilasen información de China, desde la recién conquistada Filipinas, para valorar la conquista del gigante asiático.

Un proyecto con grandes expectativas

Los avances en navegación y el descubrimiento de nuevas rutas, que lograron conectar la colonia de Filipinas con Nueva España (las colonias de España en América) habían desempolvado el plan de invadir el interior del territorio chino, en el que el España veía un gran potencial: nuevas fuentes de riqueza como el oro, la seda o las especies; la posibilidad de evangelizar todo un nuevo continente o aumentar la hegemonía española sobre otros imperios como el británico, el otomano o el holandés.

Se elaboraron informes para estudiar la conquista

Antes de la creación de la ‘Empresa de China’ en 1588, en la que el rey sería informado de la gestión y planificación de la conquista, se elaboraron los primeros informes sobre la viabilidad de la misma. Estos primeros informes valoraban al pueblo chino, su organización y capacidad militar, así como la posibilidad de encontrar en japoneses, filipinos y chinos oprimidos por la dinastía Ming aliados en la conquista, al igual que había ocurrido en América, donde las tribus oprimidas por los aztecas habían ayudado a derrocarlos.

Como estos primeros informes sugerían que era posible una conquista pacífica mediante la persuasión y la evangelización, España envío embajadores y comerciantes para entablar relaciones mientras trataba de establecer una colonia comercial en Fujian, pero este plan no tuvo ningún éxito.

Un primer boceto, el único documento detallado sobre la conquista de China

Pese a las dudas y para tener una visión global de la viabilidad de la conquista de China, el jesuita Alonso Sánchez (uno de los principales impulsores de esta misión) redactó en un documento de forma detallada los pasos necesarios para conquistar China y la administración española del territorio posteriormente.

El plan, organizado en varias fases, requería reunir una armada hispano-portuguesa de 12.000 hombres acompañados por 6.000 filipinos y 5.000 japoneses. Con las Filipinas, Nagasaki y el puerto portugués de Macao como punto de inicio, los ejércitos de la empresa de China entrarían por Fujian y Guandong.

Las dificultades y el desastre de la Armada Invencible tumbaron el plan

Sin embargo, el plan no era nada sencillo y estaba plagado de contratiempos: la logística y las distancias eran de tal envergadura que hacían inviable que la conquista se realizase rápidamente, ya que podría haber llevado décadas. Además, los informes subestimaban la capacidad militar y la resistencia de la dinastía Ming a la presencia española en su territorio.

El debate interno entre jesuitas y militares sobre si era correcto impulsar la evangelización sobre una conquista violenta fue una de las claves para tumbar el proyecto, aunque el carpetazo definitivo se lo dio el fracaso de la Armada Invencible en 1588.

Aunque Felipe II no pudo ni siquiera dar forma a su anhelada conquista asiática, la labor de la Empresa de China permitió a los españoles elaborar nuevos mapas, ampliar su conocimiento del mundo e iniciar sus primeros contactos con la cultura china. Sin embargo, su afán expansionista tuvo en estos años un punto de inflexión ante la complejidad de dominar, como lo hacía entonces, más de medio mundo.