¿Por qué la gente come menos cuando hace calor? Descubre el secreto científico detrás del hábito

Index

¿Por qué la gente come menos cuando hace calor? Descubre el secreto científico detrás del hábito

El clima cálido es una característica común en muchas regiones del mundo, especialmente durante los meses de verano. Sin embargo, ¿has notado que cuando hace calor, tienes menos ganas de comer? No eres el único. La mayoría de las personas experimentan una disminución en su apetito cuando la temperatura ambiente aumenta. Pero, ¿por qué sucede esto? En este artículo, vamos a descubrir el secreto científico detrás de este hábito común. A continuación, exploraremos las razones fisiológicas y psicológicas que explican por qué la gente come menos cuando hace calor.

¡El secreto científico detrás de tu apetito en verano descubierto!

Imagen de un restaurante a pie de playa.

Mucha gente puede notar que cuando llegan los meses de verano, comen menos que en invierno. La ciencia revela por qué ocurre esto y cuáles son los motivos.

Las calorías, el impulso biológico fundamental

Las calorías, el impulso biológico fundamental

Científicos estadounidenses han estado explorando las razones que se esconden detrás de que nuestro apetito cambie con las estaciones. Los investigadores han identificado un impulso biológico fundamental que impulsa nuestros antojos de comida: las calorías.

La experta en nutrición Allison Childress, de la Universidad Tecnológica de Texas, lo explica en un artículo publicado en Live Science: Lo que sabemos es que las personas que viven en entornos más fríos consumen más calorías. Las calorías son, en esencia, energía y, cuando se metabolizan, generan calor, que puede ser crucial para mantener el calor en condiciones de frío.

La homeostasis y el equilibrio interno

A medida que la temporada de frío se desvanece y llega el calor, muchas personas dicen sentirse menos hambrientas. Esta tendencia no es solo anecdótica; Childress la ha observado tanto en su experiencia profesional como en estudios más amplios.

El neurocientífico Matt Carter, del Williams College de Massachusetts, está de acuerdo. Muchas variables, incluidas las hormonas, las proteínas y los factores ambientales, afectan cómo y por qué sentimos hambre y, en última instancia, por qué esa sensación disminuye en los días más calurosos, dijo Carter.

Nuestro cuerpo siempre está intentando mantener estables las condiciones internas. Esto se llama homeostasis. Por eso sudamos bajo el sol abrasador o bebemos agua después de un entrenamiento extenuante.

Las hormonas y el control del apetito

El hambre también es homeostática: sentimos hambre cuando nuestro cuerpo tiene pocas calorías y nos sentimos llenos después de comer, manteniendo equilibrado nuestro estado fisiológico interno.

Muchos procesos homeostáticos se mantienen gracias a las hormonas, que actúan como mensajeros químicos en el cuerpo. En el apetito y la saciedad, dos hormonas desempeñan un papel importante: la grelina, que libera el estómago cuando está vacío, y la leptina, que secretan las células grasas y le indican al cerebro cuándo el cuerpo está lleno.

Para influir en nuestros sentimientos y comportamiento, estas hormonas envían señales al hipotálamo, una parte del cerebro que trabaja para regular aspectos como la temperatura corporal, el hambre y la sed.

La temperatura y el apetito

En la base del hipotálamo se encuentra una masa de neuronas especializadas que organizan la sensación de hambre y saciedad, dice Carter. Allí, la grelina estimula las neuronas asociadas con el hambre, llamadas neuronas AgRP, que nos hacen sentir hambre. La leptina, en cambio, inhibe estas neuronas y estimula las neuronas POMC, que nos hacen sentir llenos.

Pero la influencia de la temperatura en este intrincado sistema sigue siendo un área de investigación abierta, dijo Carter. El cerebro tiene sensores de temperatura: proteínas que cambian de forma cuando el cuerpo alcanza un cierto nivel de calor.

Conclusión

En verano es importante mantenerse hidratado, ya sea comiendo alimentos ricos en agua, como verduras y frutas, o bebiendo líquidos. Aunque parezca contradictorio, los dulces congelados pueden aumentar la temperatura corporal porque suelen tener muchas calorías.

Comer y beber son cosas que parecen ocurrir sin más, dijo Carter. Pero en realidad, detrás de escena, el cerebro mide con precisión la necesidad de calorías, de agua y de una temperatura corporal óptima. Y creo que eso es asombroso, concluye.

Daniel Martín

Hola, soy Daniel, redactor de la página web El Noticiero. En nuestro periódico independiente de actualidad nacional e internacional nos esforzamos por brindarte las últimas novedades con la más rigurosa objetividad. Mi pasión por la escritura y el periodismo me impulsa a investigar a fondo cada noticia para ofrecerte información veraz y relevante. ¡Únete a nuestra comunidad y mantente siempre informado con nosotros en El Noticiero!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Subir