Tendencias ambientales inesperadas y un toque de conciencia | Un resplandor de calidez para los escépticos

Tendencias ambientales inesperadas y un toque de conciencia | Un resplandor de calidez para los escépticos

En un momento en que la conciencia ambiental parece ser un tema cada vez más presente en la agenda global, surgen tendencias inesperadas que nos hacen replantearnos nuestra relación con el medio ambiente. A pesar de la creciente alarma sobre el cambio climático y la degradación del planeta, hay quienes siguen mostrándose escépticos ante la gravedad de la situación. Sin embargo, nuevos hallazgos y datos revelan un resplandor de calidez que puede hacer tambalear las creencias más arraigadas. ¿Qué están revelando estas tendencias ambientales inesperadas y cómo pueden cambiar nuestra perspectiva sobre el futuro del planeta?

El cambio climático: una realidad que niegan los incrédulos

Cuesta entender que los incrédulos de casi todo no sientan que el clima está cambiando; pero claro, creer no es lo mismo que pensar. Quizás la negación es el estandarte tras el que se esconden los que no miran lo que no quieren ver.

El calor se vuelve cada vez más peligroso: ¿qué podemos hacer?

Es difícil mantenerse en posición estilo Auguste Rodin, de cuyo pensador esculpido se dice que muestra a un hombre sentado y aterrado, que tiene que afrontar un mundo difícil de vivir. A algunos de los despistados habría que lanzarles esa frase de Groucho Marx: ¿a quién va usted a creer, a mí o a sus propios ojos?

En todos los escenarios de la vida hay gente que difunde con esmero las miradas cómplices. Son esas que intentan ver si los demás son el espejo de uno mismo. Vayamos al asunto sobre el que elucubramos, creemos o pensamos aquí. Hay tal cantidad de daños causados por el incremento progresivo de las temperaturas en personas y seres biodiversos, que cuesta creer que los privilegiados climáticos no piensen en los grandes perjudicados.

La negación del cambio climático: un estigma para la conciencia

Un consejero de no sé qué departamento de no sé qué gobierno de la España turbulenta (sedienta y pedigüeña de agua) aseguró recientemente que los privilegiados (ricos) incrementaban menos la temperatura que los perjudicados sociales (pobres). Lo argumentaba en que los primeros se podían comprar electrodomésticos más modernos, más eficientes y más caros, que los segundos; también cochazos súper eléctricos.

Las muertes por calor se triplicarán en Europa para el año 2100 con las políticas climáticas actuales, según un estudio. En un momento de malicia, le pregunté a mi pensamiento cómo podríamos hacer que el calor lo soportasen solamente los incrédulos climáticos.

La temperatura global en constante aumento: ¿qué nos espera en el futuro?

Ya está bien de elucubrar. Lo que quería escribir en esta entrada era que los agoreros del Servicio de Cambio Climático de Copernicus, de la Comisión Europea -que saben medir bien- acaban de decirnos que mayo ha superado todas las calenturas medidas hasta ahora en ese mes en cada año.

Lo mismo sucedió en abril, marzo, febrero, enero, diciembre. Resumiendo, los últimos 12 meses —de junio de 2023 a mayo de 2024— han sido los más calientes desde que se dispone de mediciones directas; estas mejoraron a mediados del siglo XIX.

La Organización Meteorológica Mundial (OMM) ha advertido con mayúsculas de que es muy posible que al menos uno de los próximos cinco años supere a 2023 como el más cálido.

Corolario final: ¿Cómo va a haber cambio climático si en invierno hay olas de frío? ¡Qué mentira es esa que dice que se producen muchas muertes asociadas al calor!

Participen en una encuesta que publicaremos pronto en formato Google y adivinen qué apóstol negacionista, rubio y perseguido por la justicia de su país, que amaga con volver a ser presidente, sostiene este argumento.

Quienes acierten tendrán un descuento de medio grado en la temperatura de su casa durante una semana, vía Cártel de las Energéticas.

Esta campaña también está promovida por la Multilateral Benéfica de los Grandes Recaudadores de Combustibles Fósiles (CMLFFC, por sus siglas en inglés). Tiene alcance mundial.

No acaba aquí la cosa. El aumento de la mortalidad vinculada al calor ha aumentado un 30% en las dos últimas décadas. No quiero saber si hay más muertos ricos que pobres.

Lo acabo aquí, pero con pesar. Aunque si pienso un poco en aquello que mentaba aquel consejero autonómico de “no sé qué y de no sé dónde” se me solucionan las dudas: la culpa del calentamiento global la tenían los pobres, por utilizar maquinaria y coches obsoletos y querer tener confortabilidad doméstica en verano.