Una joven de 32 años abandona su vida en California para convertirse en monja de clausura en un pueblo de Galicia, sorprendiendo a sus padres con su d

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Una joven de 32 años abandona su vida en California para convertirse en monja de clausura en un pueblo de Galicia, sorprendiendo a sus padres con su decisión

En un giro inesperado, una joven californiana de 32 años ha decidido dejar atrás la vida llena de comodidades y oportunidades que ofrecía California para seguir una llamada espiritual que la llevó a un pueblo de Galicia. Esta joven, que había construido una vida estable en Estados Unidos, ha optado por renunciar a sus posesiones y pertenencias para ingresar en una orden de monjas de clausura, dedicándose por completo a la vida religiosa. La noticia ha causado un gran impacto en su familia, especialmente en sus padres, que se han visto sorprendidos por esta drástica decisión.

La sorprendente transformación de una joven de California que decidió dejarlo todo para convertirse en monja en Galicia

La vida de Denise Burciaga ha dado un giro tan inesperado que ni siquiera ella misma lo habría imaginado. Con 32 años, acaba de dejar su California natal para tomar el hábito en un pueblo de Galicia.

Yo nunca me planteé ser monja ni nada relacionado con la Iglesia, reconoce a 20minutos. La religión no era su prioridad. Cuando era pequeña, los domingos iba a misa con mis padres y estaba en un grupo de la parroquia, explica. Sin embargo, a medida que iba creciendo, lo fue dejando poco a poco.

Lo que ella no sabía es que con 25 años volvería a encontrarse con Dios. Sor María Jerusalén de Cristo Crucificado, el nombre que ha escogido como religiosa, siempre tuvo claro que quería estudiar una carrera. Y eso hizo. Se graduó en Comunicación en la Universidad de San Diego, aunque rápidamente se dio cuenta de que no le gustaba.

Aun así, llevaba una vida aparentemente normal: trabajaba en una clínica dental, salía con sus amigos y tenía novio. Sin embargo, se sentía vacía. Esto la sumergió en una depresión con solo 25 años. Había hecho mi vida, pero en ese momento no estaba bien, reconoce.

Un viaje a Roma marcó un cambio

Un viaje a Roma marcó un cambio

Su familia, que pertenecía al Camino Neocatecumenal —un movimiento orientado a la renovación de la fe—, le propuso acompañarles a la parroquia. No me llamaba mucho la atención, yo quería seguir viviendo como yo quería, pero acepté y fui con ellos, aclara. En una de las reuniones, escuchó hablar sobre una peregrinación que los fieles de la comunidad iban a hacer a Roma. Yo quería viajar, así que aproveché la oportunidad para ir, asegura.

Este viaje marcó un antes y un después en su vida. Uno de los catequistas me preguntó cómo estaba y quería saber mi historia y todo lo que me estaba pasando, recuerda. La ahora novicia se abrió durante los días de peregrinación por la ciudad italiana. Estas conversaciones la motivaron a volver a la parroquia. Entonces, empecé a sanar, me sentía perdonada por Dios y comencé a recuperar la fe con 26 años, comenta.

La llamada de Dios

Los siguientes años la religión empezó a ocupar un lugar más importante en su vida hasta el punto de que con 30 años quería participar en una experiencia. Sus catequistas le ofrecieron ir a un convento de clausura durante tres semanas para conocer un poco más la vida dentro de la Iglesia. Y así es como llegó al Monasterio de Santa Clara, en la localidad ourensana de Allariz.

Esta estancia fue el inicio de una transformación profunda. Al principio tenía dudas, pero algo cambió en mí, recuerda. A su vuelta a Estados Unidos, se sentía extraña y lo comentó con sus catequistas, que le propusieron una nueva experiencia de tres meses. La aceptó, aunque con mucho miedo. No pensaba que tenía vocación de monja, aclara.

Simplemente decidió ir al convento convencida de que le ayudaría a entender su camino. Ya estando de vuelta en Allariz me di cuenta de que Dios me estaba llamando, explica sor María Jerusalén, que reconoce que quería apagar esa llamada, pero a la vez sentía paz.

Una nueva vida dedicada a Dios

De nuevo, hizo sus maletas y regresó a San Diego. Sin embargo, esta vez volvía a casa con las ideas claras: quería ser monja. No sabía como iban a reaccionar mis padres porque somos una familia muy unida, explica. El cambio iba a ser duro y el proceso era largo, pero ella estaba dispuesta a renunciar a su vida.

Al principio todos pensaban que esto no iba a llegar a nada, confiesa. Aun así, su familia aceptó la decisión. Aunque les costaba, me apoyaron porque veían que era feliz, reconoce.

Sor María Jerusalén lleva ya varios meses en el convento de Santa Clara y el pasado 29 de septiembre tuvo lugar el rito de la toma del hábito. Fue un acto muy esperado tanto por la novicia, que daba el primer paso en su nueva vida religiosa, como por el monasterio, que llevaba casi dos décadas sin realizar este ritual. Vestida de blanco, se despojó de sus ropas para ponerse el hábito.

Ahora, tendrá que esperar dos años más para realizar la toma de votos. Trabajo en la cocina haciendo dulces, cuenta sobre su rutina. Además, rezo y estudio piano, español y liturgia, añade.

La vida de clausura no es fácil. Para ella, fue un gran sacrificio dejar a su familia y su país. Me daba ansiedad pensar en no poder salir, reconoce. Aun así, no se arrepiente de su decisión: Extraño muchas cosas, pero Dios me sigue confirmando que este es mi camino.

Ángel Calvo

Soy Ángel, un periodista apasionado de la verdad y la objetividad en El Noticiero, un periódico independiente de actualidad nacional e internacional. Mi misión es informar a nuestros lectores con la mayor rigurosidad y transparencia, para que estén al tanto de las últimas novedades de forma imparcial. Con años de experiencia en el mundo del periodismo, me esfuerzo por investigar a fondo cada noticia y presentarla de manera clara y concisa. ¡Sígueme en nuestras plataformas para mantenerte informado de todo lo que sucede en el mundo!

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