Una nueva frontera para la salud: la temperatura corporal normal ya no es de 36.9 grados, según los científicos

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Una nueva frontera para la salud: la temperatura corporal normal ya no es de 36.9 grados, según los científicos

En un descubrimiento revolucionario, un grupo de científicos ha puesto en duda la creencia establecida de que la temperatura corporal normal es de 36.9 grados centígrados. Después de realizar un estudio exhaustivo, los investigadores han determinado que la temperatura corporal normal puede variar ampliamente de persona a persona y que el valor tradicionalmente aceptado no es más que una media estadística. Esta nueva perspectiva puede tener importantes implicaciones en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades, ya que la temperatura corporal es un indicador clave de la salud. En los próximos días, profundizaremos en los detalles de este hallazgo innovador y exploraremos sus posibles consecuencias en el campo de la medicina.

La temperatura corporal normal ya no es de 37 grados: los científicos revelan un nuevo panorama

La ciencia ha concluido que en la alerta sobre la fiebre influyen demasiados factores como para establecer una medida estable y rígida sobre lo que supone tener fiebre. Cuando sentimos una variación repentina de temperatura, un calentamiento sobrevenido que se prolonga durante un tiempo, pensamos inmediatamente que tenemos fiebre. Sin embargo, un equipo científico británico que ha desarrollado un estudio reciente no lo tiene tan claro.

La temperatura corporal normal no es fácil de establecer. Más allá de establecer una nueva barrera térmica, lo interesante de este estudio, realizado por un equipo científico de la universidad de Stanford, es que ha sacado a la luz la certeza de que unos grados determinados no pueden ser el criterio para determinar que cualquier persona tenga fiebre.

Tras estudiar a más de 610.000 consultas ambulatorias relacionadas con la fiebre, el equipo de investigación concluyó que la temperatura considerada normal o media no es tan fácil de establecer y que, en todo caso, más que en 37 grados podría establecerse en 36,64 grados centígrados. Esta temperatura sería la media de los individuos analizados con las oscilaciones más frías y más cálidas, que se situaban entre 36,24 y 36,89 grados.

Factores que influyen en la temperatura corporal

Factores que influyen en la temperatura corporal

En el estudio, la combinación de edad, sexo, altura, peso y hora del día en la que se tomó la temperatura representó el 25% de la variabilidad de los grados considerados normales en un individuo y el 7% de la variabilidad de persona a persona. Además de estos factores primarios, también hay que tener en cuenta otros elementos no menos importantes como la ropa, la actividad física, el ciclo menstrual, el error de medición o el clima.

El hipotálamo, la clave del equilibrio térmico. La temperatura normal del cuerpo es un equilibrio entre producción y pérdida de calor. El hipotálamo es el área del cerebro que equilibra precisamente esa función. A lo largo del día toda persona experimenta variaciones térmicas, es decir, más allá de que haya o no fiebre, no hay una temperatura estable y permanente.

Cuando el sistema inmunitario responde a una enfermedad, el hipotálamo puede aumentar la temperatura corporal, es decir, producir la fiebre. Cuando no es superior a 40 grados se entiende como asociada a infecciones virales contra las que está luchando nuestro organismo.

La preocupación crece a medida que los grados se acercan a los 40

La mayoría de expertos aceptan el término febrícula cuando nuestra temporal temperatura corporal oscila entre los 37 y los 38 grados. Pero lo cierto es que la preocupación crece a medida que los grados se acercan a los 40 grados. Esto puede suceder por diversos motivos, entre los más comunes:

  • Una infección viral.
  • Una infección bacteriana.
  • Agotamiento por calor.
  • Algunas enfermedades inflamatorias, como la artritis reumatoide.
  • Un tumor canceroso.
  • Algunos medicamentos, como los antibióticos y los medicamentos que se usan para tratar la presión arterial alta o las convulsiones.
  • Algunas vacunas, como la vacuna contra la difteria, tétanos y tosferina acelular (DTaP).

Daniel Martín

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