En un movimiento que ha generado gran sorpresa en el mundo de la tecnología, una empresa desconocida ha adquirido uno de los ordenadores más potentes del mundo por un precio que ha dejado con la boca abierta a los expertos en la materia. El costo de este súper computador, capaz de realizar cálculos a velocidades nunca antes vistas, es de tan solo 480.000 dólares, una cifra que se considera sorprendentemente razonable teniendo en cuenta la capacidad de procesamiento de este gigante tecnológico. Esta noticia ha generado un gran revuelo en la comunidad científica y tecnológica, y ha abierto las puertas a nuevas posibilidades en campos como la inteligencia artificial, el análisis de datos masivos y la simulación de complejos sistemas.
Superordenador multimillonario vendido por un precio increíble: $480.085 dólares
El superordenador Cheyenne, que en su día ocupó el puesto número 20 en la clasificación de los más potentes del mundo con un valor de unos 25 millones de euros, ha sido vendido en subasta por un precio sorprendente: $480.085 dólares, es decir, solo un 2% de su valor original.
Este dispositivo ha sido utilizado durante 7 años en el Centro de Supercomputación NCAR-Wyoming para estudiar las ciencias atmosféricas relacionadas con los sistemas climáticos de la Tierra. Ahora, su nuevo propietario tendrá que enfrentar el desafío de transportar y configurar el superordenador, que se encuentra incompleto.
Características del superordenador Cheyenne
Cheyenne posee 8.064 procesadores Intel Xeon E5-2697v4, de 18 nanómetros, con 18 núcleos y 36 hilos cada uno. Cada procesador tiene una frecuencia base de 2,3 GHz y un modo Turbo hasta 3,6 GHz, lo que conforma un total de 45.152 núcleos de procesamiento.
El superordenador tiene una potencia de 5,34 PetaFLOPS y una memoria DDR4-2400 ECC de rango único, sumando un total de 313.334 GB. Sin embargo, su precio de compra es bajo debido a que se considera incompleto y tiene fallos de memoria.
El nuevo propietario tendrá que encontrar la manera de transportar 14 módulos, cada uno de ellos de 680 kilos, y adquirir cientos de metros de cables para su sistema. Además, tendrá que detectar y cambiar el 1% de la memoria que sufre fallos.
A pesar de los desafíos que conlleva, el superordenador Cheyenne tiene mucho potencial y, si se subsanan todos los inconvenientes, puede sacarle un gran partido.
Este caso es un ejemplo de que, a veces, la tecnología más avanzada puede ser adquirida a un precio sorprendente, siempre y cuando se esté dispuesto a asumir los desafíos que conlleva su configuración y mantenimiento.
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