La demanda de aceite de oliva cae a niveles récord debido a la escalada de precios y la incertidumbre en el mercado

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La demanda de aceite de oliva cae a niveles récord debido a la escalada de precios y la incertidumbre en el mercado

En un contexto de incertidumbre económica global, el mercado del aceite de oliva se enfrenta a una nueva realidad. La demanda de este producto emblemático de la gastronomía mediterránea ha caído a niveles récord, según los últimos informes del sector. La principal causa de esta tendencia es la escalada de precios, que ha llevado a los consumidores a buscar alternativas más asequibles. Además, la incertidumbre en el mercado ha generado una falta de confianza entre los productores y distribuidores, lo que ha afectado negativamente la producción y comercialización del aceite de oliva.

La demanda de aceite de oliva cae a récord: ¿qué está sucediendo?

El aceite de oliva, considerado el oro líquido en las mesas de España, está perdiendo terreno en el mercado. El precio del aceite de oliva se ha disparado un 177% en solo tres años, lo que ha llevado a los hogares a reducir notablemente su consumo.

Según la Encuesta de Presupuestos Familiares (EPF) publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2023 los hogares españoles consumieron 376.542 litros de jugo de oliva, lo que representa una disminución de 43.513 litros respecto al año anterior y el mínimo desde que se comenzó a publicar la estadística en 2006.

Esta caída en el consumo se traduce en una disminución del 10,4% en un solo ejercicio, la mayor caída interanual en el consumo de este producto desde que hay registros. A nivel hogar, cada familia ha pasado de consumir 22,1 litros de media al año en 2022 a 19,5 en 2023, lo que significa que en 2023 entraron 2,6 botellas menos de aceite en cada hogar de España que en 2022.

El consumo de otros aceites se dispara

El consumo de otros aceites se dispara

Una parte del dinero que las familias han dejado de destinar a consumir aceite de oliva se ha sustituido por otro tipo de aceites, en particular el de girasol. El consumo de aceites de otro tipo se ha disparado un 42,6% entre 2022 y 2023, pasando de 7,7 litros de otros aceites hace dos años a 10,9 el año pasado.

Esto significa que los hogares han aumentado su consumo de otros aceites en más de tres litros en un solo ejercicio, lo que no tiene precedentes. El cambio en los patrones de consumo ha significado que el aceite de oliva ha perdido una importante cuota de mercado en solo un año, pasando del 74% del mercado en 2022 al 64,2% en 2023.

El Gobierno rebate el IVA del aceite de oliva

Para tratar de paliar el impacto de las fuertes subidas en este producto básico, el Gobierno ha decidido reducir el IVA del aceite de oliva al 0% durante los próximos tres meses. Sin embargo, esta rebaja tiene un truco, ya que a partir del 1 de octubre el IVA se situará en el 2% hasta finales de 2024, y después se elevará hasta el 4% en el que permanecerá de forma permanente.

El efecto de esta nueva rebaja del IVA tendrá un impacto muy reducido. Por ejemplo, para una botella de aceite de oliva de un litro que cueste ocho euros, el ahorro sería de apenas 31 céntimos. En el caso de una garrafa de cinco litros de 40 euros, el ahorro es de apenas 1,50.

¿Por qué el aceite de oliva sigue siendo caro?

Los motivos por los que el precio del aceite de oliva se ha disparado tanto se pueden resumir en un coctel de circunstancias adversas que se ha sucedido en plena epidemia inflacionaria. Las dos últimas cosechas se han saldado con una producción muy por debajo del millón de toneladas de aceite, lo que ha llevado a una subida en los precios.

La sequía y las altas temperaturas han mermado la producción, que además ha sido más cara por la fuerte subida en el precio de insumos como la electricidad o los abonos por la guerra en Ucrania. Sin embargo, el brutal encarecimiento del oro líquido debería ir mitigándose en los próximos meses, ya que los precios en origen se están reduciendo y esto debería acabar trasladándose al supermercado en algún momento.

Además, las expectativas para la próxima cosecha, que se empezará a recoger en otoño, son buenas por las cuantiosas lluvias primaverales. Sin embargo, como suele ocurrir cuando hay un brote de inflación, aunque los precios lleguen a bajar, difícilmente volverán a valores parecidos a los que se veían en 2021.

Daniel Martín

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