La Unión Europea fija límite para los contratos de gas a largo plazo: los operadores no podrán cerrar compras más allá de 2049.

La Unión Europea ha tomado una decisión trascendental al establecer una fecha límite para el fin de los contratos de gas a largo plazo. Según la nueva normativa, los operadores ya no podrán cerrar compras que superen el año 2049, lo que marca un hito en la industria energética. Esta medida, que busca promover la competencia y la transparencia en el mercado del gas, tendrá un impacto significativo en las estrategias de abastecimiento de las empresas del sector. Los contratos a largo plazo han sido una práctica común en la adquisición de gas, pero ahora se impone un límite temporal que obligará a los actores a replantear sus estrategias a futuro.

La Unión Europea prohíbe contratos de gas a largo plazo más allá de 2040

Un metanero cargado de gas natural licuado. Pixabay/WikiImages

La Unión Europea ha marcado el inicio del fin de las compras de gas natural en contratos de larga duración. La normativa que se publicará pronto en el Diario Oficial de la UE prohíbe que los operadores cierren acuerdos de gas a largo plazo más allá de 2040 sin la posibilidad de capturar las emisiones de CO2 que se generen al quemarlo.

Esta medida se enmarca en la directiva que establecerá en la UE los mercados internos del gas natural y los gases renovables, promoviendo la inyección de biometano y hidrógeno renovable. Los contratos a largo plazo de gas son considerados una parte importante en el suministro de los Estados miembros, garantizando precios estables para los operadores de energía.

Por otro lado, España se prepara para un futuro energético sin contratos de gas prolongados, adaptando sus regasificadoras para el hidrógeno ante un panorama con menos gas. La directiva que entrará en vigor en 2025 establece que la duración de los contratos de suministro de gas fósil no podrá extenderse más allá de 2049, a menos que se capturen las emisiones de CO2.

El Ministerio de Transición Ecológica considera esta medida muy ambiciosa, destacando la importancia de las tecnologías de captura de emisiones para alcanzar la reducción del 90% de CO2 en 2040.

El sector gasista ve este veto como una cuestión lejana, pero crucial para garantizar la seguridad del suministro de gas. La nueva regulación también incluye la posibilidad de que los países veten unilateralmente las importaciones de gas desde Rusia y Bielorrusia.

Lucía García

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