Los sueños se desvanecen en la región de Jersón: En el agua que nos inunda flotan cadáveres

La región de Jersón es testigo de una tragedia que ha sumido a sus habitantes en un profundo dolor y desesperación. Bajo el título Los sueños se ahogan en la región de Jersón: En el agua que nos inunda flotan cadáveres, se devela una realidad estremecedora que sacude a la sociedad en su totalidad. La inundación que azota la zona ha dejado a su paso un rastro de muerte y destrucción, transformando lo que alguna vez fueron tierras fértiles en un escenario desolador. Las familias han perdido sus hogares, sus pertenencias y, lo que es más doloroso, a seres queridos cuyos cuerpos yacen en el agua que, irónicamente, debería ser fuente de vida. Esta tragedia, que trasciende lo material, deja al descubierto la vulnerabilidad humana ante la fuerza implacable de la naturaleza.

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No hemos molestado a nadie… Ni siquiera pensamos en ellos, ni nos preocupa su existencia. Que vivan. Son rusos, somos ucranianos. Y ya está, dice Olena, de 69 años, sentada junto a su marido Viktor, de 73, en un banco en el jardín de su vecina Larysa, en un pueblo con un nombre muy poético: Sadove.

El dolor se extiende por toda la región de Jersón junto con los flujos del embalse de Kajovka. La gente, los animales, los edificios y los sueños de generaciones se ahogan en el agua.

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A quien madruga, Dios le ayuda. La gente en el pueblo se levanta temprano y, al parecer, hasta la guerra las fuerzas celestiales estuvieron a su lado, porque, en sus palabras, lo tenían todo.

Nuestro viaje a Sadove empieza en una de las iglesias de Jersón, en la que el sacerdote Valentyn está preparando los paquetes de agua y pan para enviar a los pueblos inundados.

El martes pasado, Olena se levantó a las 6, como siempre. Sufre de diabetes y tiene que ponerse la inyección a las 7.00. A esa hora, notó algo brillante cerca de los arbustos, entre los que crecen sus rosas y las patatas recién plantadas para tener de comer y sobrevivir en esta guerra.

En Sadove no dejan de llorar. Lloran por su vida antes de la guerra. Lloran de pena y dolor por la ocupación y los bombardeos.

Daniel Martín

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