En un esfuerzo por promover la inclusión y el empoderamiento de las personas con discapacidad, surge la iniciativa Títulos Verdes: Huertos Solidarios en Azoteas, un proyecto innovador que busca fomentar la autonomía y la participación de este colectivo en la sociedad. Esta iniciativa novedosa busca crear espacios de inclusión en las azoteas de edificios urbanos, convirtiéndolos en huertos solidarios donde las personas con discapacidad puedan desarrollar habilidades, compartir conocimientos y conectarse con su entorno. Al mismo tiempo, esta iniciativa busca generar conciencia y sensibilizar a la sociedad sobre la importancia de la inclusión y el respeto hacia las personas con discapacidad.
Huertos en azoteas: una iniciativa de empoderamiento para personas con discapacidad
En el corazón de la ciudad de Barcelona, un proyecto innovador está revolucionando la forma en que las personas con discapacidad se integran en la sociedad. Se trata de Rooftop Garden, un proyecto solidario que combina agricultura y empoderamiento.
La idea surgió en 2016 cuando Ferrán Urgell, técnico de Accesibilidad del Instituto Municipal de Personas con Discapacidad del Ayuntamiento de Barcelona, se dio cuenta de que no había espacio para huertos tradicionales en la ciudad. Sin embargo, encontró una solución innovadora: utilizar espacios en desuso en azoteas y terrazas municipales.
Un huerto en la azotea
Los huertos que se instalan son hidropónicos, lo que significa que las plantas crecen sin necesidad de estar en suelo agrícola. Solo necesitan agua y soluciones minerales que les llegan a través del agua. Estos huertos son más eficientes en el uso del agua porque se riegan gota a gota y tienen una estructura más liviana, no como la tierra tradicional, explica Ferrán.
Empoderamiento a través de la agricultura
Los huertos están cuidados y gestionados por entidades de personas con discapacidad. De lo que se trata es de promocionar a las personas con una discapacidad ya sea física, intelectual, de salud mental o auditiva, cuenta Ferrán. Que todos tengan la oportunidad de disfrutar de la agricultura en estos espacios.
Anabel, una mujer sorda y madre, es un ejemplo de cómo este proyecto está cambiando vidas. Podemos hacer estos proyectos, yo como mujer sorda, madre y del rural lo he conseguido, dice Anabel.
Un proyecto solidario
El proyecto Rooftop Garden cuenta con la colaboración de diez entidades que gestionan los huertos en azoteas. Cada entidad se encarga de cuidar el huerto una vez a la semana. El proyecto también cuenta con el apoyo de una empresa que se encarga del control de plagas, de decir qué plantar, cuándo recoger o cuándo quitar malas hierbas.
El proyecto ha demostrado ser beneficioso para las personas con discapacidad. Una investigación académica realizada con los participantes en los huertos mostró una mejora en los índices de calidad de vida. Los resultados mostraron que dormían mejor y eran más autónomos, cuenta Ferrán.
Un impacto más allá de los huertos
El proyecto Rooftop Garden no solo beneficia a las personas con discapacidad que participan en el proyecto, sino que también tiene un impacto en la comunidad. Los excedentes de los huertos se donan a comedores sociales y bancos de alimentos, lo que significa que las personas que reciben ayuda también se benefician del proyecto.
Que lo repartan personas con discapacidad supone un cambio de rol porque ellos están acostumbrados a recibir ayuda y aquí son los voluntarios que van a los bancos de alimentos y comedores sociales. Además ven todo el proceso, ven crecer la planta y luego la llevan al comedor y al banco. Su participación social cambia, se les tiene otra consideración, defiende Ferrán.
En total, 250 personas participan directamente en el proyecto y muchas más lo hacen indirectamente. El proyecto también tiene un impacto en la educación, ya que tres escuelas participan en el proyecto y los estudiantes trabajan junto a las personas con discapacidad.
El proyecto Rooftop Garden es un ejemplo de cómo la innovación y la solidaridad pueden cambiar vidas. Al final todo es positivo, hasta estar en una azotea. Allí es otra ciudad, tienes horizonte, nuestra visión por la calle está limitada, concluye Ferrán.
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