La noche del 31 de diciembre de 1994 se convirtió en una fecha histórica para la ciudad de Río de Janeiro. La Reina del Pop, Madonna, se encargó de dar la bienvenida al Año Nuevo de una forma inolvidable. La icónica cantante estadounidense convirtió la playa de Copacabana en la fiesta más grande del mundo, reuniendo a más de 3,5 millones de personas en una noche que nunca será olvidada. La discoteca más grande del planeta fue el escenario perfecto para que Madonna presentara un show impresionante, con luces, fuegos artificiales y una puesta en escena espectacular. La fiesta más grande del mundo había nacido, y Copacabana se había transformado en un lugar mágico.
Madonna llena Copacabana con un concierto sin precedentes
La cantante estadounidense Madonna convirtió la playa de Copacabana de Río de Janeiro en la mayor discoteca del mundo con un histórico concierto en la noche del sábado, al que asistieron 1,5 millones de personas, que no pararon de bailar en dos horas y media de espectáculo.
La Reina del Pop no les dio respiro a sus admiradores y fue encadenando uno tras uno los mayores éxitos en sus 40 años de carrera ante un público, principalmente mujeres y personas del colectivo LGTBI, que coreó y bailó todas las canciones.
Un concierto épico
La diva de 65 años no defraudó a los que esperaron hasta doce horas para verla y se acercó al público varias veces por las tres pasarelas que se desprendían del gigantesco escenario de 812 metros cuadrados montado en las arenas de la playa más conocida de Brasil.
No le negó saludos ni a las cientos de personas que asistieron al concierto desde decenas de embarcaciones fondeadas frente al escenario. Y sus admiradores la ovacionaron en todo momento y la acompañaron varias veces con un concierto de sonoros abanicos, obligatorios ante la temperatura inusual de 30 grados en esta época, en su mayoría decorados con los colores del arcoíris.
Un tributo a Brasil
La estadounidense, como en todas sus presentaciones, cambió varias veces de vestimenta durante el espectáculo y vistió incluso un traje con los colores amarillo y verde de la bandera brasileña, los mismos con los que pintó sus uñas.
También se ganó el público al llevar a un conjunto de niños percusionistas de una escuela de samba para acompañarla en la interpretación de La isla bonita, canción en la que vistió la camiseta de la selección brasileña de fútbol y en la que se presentó junto a la popular cantante y drag queen Pabllo Vittar.
Un homenaje a los ídolos
Durante la presentación de exaltación a Brasil, en la que declaró su amor al país y dijo que no había un lugar mejor para su concierto que la playa de Copacabana, las pantallas exhibieron fotos de personalidades brasileñas como el educador Paulo Freire, la futbolista Marta, la concejala asesinada Marielle Franco y el líder indígena Raoni.
Tampoco faltaron aplausos a los numerosos homenajes que rindió, principalmente en las gigantescas pantallas de televisión, a ídolos como Prince y Michael Jackson, a personalidades brasileñas que murieron de sida, como el cantante Cazuza, y a famosos líderes negros.
Un récord histórico
Con el concierto de este sábado, Madonna puso fin a la gira de conmemoración de sus 40 años de carrera, Celebration Tour, en la que hace un repaso de toda su carrera con sus mayores éxitos, como Like a Virgin, Vogue, Holiday, Like a Prayer y La isla bonita.
El concierto fue histórico para Madonna, que nunca tocó para un público tan numeroso, pero también para Río de Janeiro, que registró una movilización de cerca de 56 millones de euros con un único evento musical y cientos de miles de visitantes.
Pese a que las autoridades aún no habían divulgado el público al final del concierto, lo más probable es que la estadounidense haya superado la marca que lograron los británicos Rolling Stones en febrero de 2006, cuando atrajeron a 1,5 millones de personas también a la playa de Copacabana.
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